Álvaro Serrano

Cuando se trata de Apple, somos todos tontos

18/09/2013

Como es de sobra conocido, el sector periodístico es uno de los más afectados por la crisis económica en España, donde multitud de profesionales ampliamente cualificados tienen serias dificultades para conseguir o mantener su empleo. Una situación como ésta, en la que los medios ven sus recursos sustancialmente reducidos, se vuelve obvia cuando medios antiguamente respetables y con una larga tradición periodística comienzan a bajar sensiblemente el estándar de profesionalidad en sus publicaciones.

Para muestra, un botón: un artículo recientemente publicado en la sección de tecnología de la edición online de El País, titulado “Me siento estafado”, y firmado por Chiqui De La Fuente.

Se trata, como sugiere el título, de un artículo de opinión. Y ya se sabe que la opinión es un tema curioso porque, como dice el dicho, para gustos los colores. Parece pues, que bajo la bandera de la opinión está permitido casi todo, incluyendo la publicación de artículos tan ineptos y marcadamente malintencionados como el que suscribe el Sr. De La Fuente, que además es directamente falso.

En el artículo, el Sr. De La Fuente lamenta sentirse estafado porque el iPad que compró “hace apenas 3 años” no es actualizable a iOS 7, la recién estrenada nueva versión del sistema operativo móvil de Apple. Una crítica que, de por sí, podría ser válida, si no fuera porque es completamente falsa, además de denotar un profundo desconocimiento del sector de los dispositivos móviles, donde la evolución tecnológica se produce a un ritmo vertiginoso. Pero vayamos por partes.

Dejemos a un lado el hecho de que el artículo no es más que un obvio y pobre intento de generar atención (los clicks de la publicidad, amigos). Esto ya sería suficiente como para cuestionar su publicación por parte de un medio como El País, pero hoy me siento con ánimos de picar el anzuelo, así que veamos un ejemplo. El Sr. De La Fuente comienza ensalzando las virtudes de su iPad, una maniobra de sobra conocida en este tipo de artículos, aunque incluso en esta parte se excede en sus comentarios:

Otra cualidad importante es que se actualiza él solito. Cuando una aplicación saca una versión más avanzada, con solo darle a un botón ya la tenemos disponible en nuestra tableta, lista para su uso.

Esto es, obviamente, una contradicción, pues si se actualizara “él solito” no sería necesario darle a ningún botón. Precisamente iOS 7 introduce por primera vez la actualización verdaderamente automática de las aplicaciones, cosa que al Sr. De La Fuente no parece aportarle mucho, ya que aparentemente él está contento con el sistema tradicional. Sigamos:

Pero hete aquí que los responsables de la marca de la manzana han decidido sacar al mercado una nueva versión del sistema operativo (el software que hace funcionar el aparato) y que ese iPad, el que usted y yo tenemos, ya no se puede actualizar. De la noche a la mañana, es un aparato antiguo. Se ha quedado obsoleto.

Aquí es donde llegamos a la parte importante. Esto es, para que me entiendan, sencillamente falso. Es, además, falso se mire por donde se mire. Fíjense que el Sr. De La Fuente evita mencionar explícitamente el modelo concreto de iPad que compró. Si tomamos su palabra como válida (visto lo visto, un riesgo, lo sé), caben dos posibilidades: que se trate del iPad original o que se trate del iPad 2. Curiosamente, no importa de qué modelo se trate, la premisa del artículo es falsa en ambos casos.

Si entendemos que el iPad del Sr. De La Fuente es el iPad 2, que se comercializó en España el 25 de marzo de 2011 (hace dos años y medio), la premisa es falsa: el iPad 2 sí que es compatible con iOS 7. Lógico, pues se trata de un dispositivo que actualmente sigue en venta. De hecho, el iPad 2 es un producto anómalo en la oferta de Apple precisamente por su extensa longevidad, algo que el Sr. De La Fuente, convenientemente, no acierta a mencionar.

Si, en cambio, entendemos que el iPad del Sr. De La Fuente es el iPad original, anunciado el 27 de enero de 2010 y que salió a la venta en España en mayo de ese mismo año, la premisa es igualmente falsa: el iPad original quedó limitado a iOS 5.1.1#Software) (fuente en inglés), es decir, no pudo actualizarse a iOS 6, con lo que en realidad su supuesta obsolescencia ocurrió hace aproximadamente un año y no ahora.

Así pues, ¿debemos creer que al Sr. De La Fuente le indigna tanto un asunto que ha tardado más de un año en descubrir? ¿O tal vez son otros intereses los que le llevan a manipular la verdad para poder criticar a Apple en este preciso momento? ¿Por qué permite El País la publicación de un artículo tan lamentablemente mal documentado y no contrastado en absoluto? Soy tan defensor de la libertad de expresión (y de opinión) como cualquiera, pero esto no un problema de opinión: es, simplemente, mentir.

El resto del artículo no es más que una repetición de los mismos argumentos sin ninguna base que tantas veces se esgrimen para criticar a Apple, como si sólo fueran aplicables exclusivamente a la compañía de Cupertino. Por ejemplo:

Ningún consumidor medio en su sano juicio hace una inversión importante de dinero en un cacharrito que en apenas tres o cuatro años va a ser más inservible que un vídeo betamax.

Otra afirmación falsa. Un dispositivo que no es compatible con la última actualización de un sistema operativo no es, ni mucho menos, inservible. Actualmente hay millones de iPads originales siendo usados en todo el mundo por gente que, a diferencia del Sr. De La Fuente, entiende que estar a la última no es indispensable. Esto es, además, especialmente digno de mención porque implica una considerable falta de respeto al lector: cualquiera que no esté de acuerdo no debe estar “en su sano juicio”. Debe ser eso, que los millones de clientes satisfechos de Apple somos todos tontos, y el único listo es él.

El mensaje que Apple lanza a sus clientes es algo así como: “Si no puede actualizar nuestros productos, no merece pertenecer a nuestro club”. Una verdadera lástima y quién sabe si un importante error estratégico, porque en el mercado hay otras opciones, algunas de ellas más asequibles y con sistemas operativos que no discriminan por razón de edad.

De nuevo, una falsedad. Me gustaría saber cuántos móviles o tablets Android fabricados en 2010 son compatibles con la última versión del sistema operativo, Android 4.3 Jelly Bean. Apuesto a que esa cifra sí que daría para un artículo interesante.

En fin, podría seguir pero creo que el asunto está claro, juzguen ustedes mismos. Para terminar, me quedo con la última frase del artículo:

Yo, como consumidor, me siento estafado.

Por fin, en la última frase, algo en lo que el Sr. De La Fuente y yo coincidimos. Yo, como lector, también me siento estafado.