La noticia ha pillado a todo el mundo por sorpresa. Según cuenta Pablo León para el blog I Love Bicis, de El País:
El Ministerio de Interior anunció ayer, de forma intempestiva, que en la modificación del Reglamento General de Circulación va a incluir la obligatoriedad del uso del casco en vías urbanas.
Lo más preocupante es la total ausencia de negociación en el proceso: la medida aparentemente ha salido de la chistera del ministro, que ha debido pensar que iba a quedar de maravilla con el anuncio, preocupándose por la seguridad de los ciclistas, pobrecitos. Si es por vuestro bien. Ya me lo agradeceréis.
La triste realidad es que lo único que consigue con esto es putear a la gente que, como yo, disfruta de la bici a diario y la emplea como medio de transporte de forma habitual. Si quieren ayudarnos, que legislen para que se respete al ciclista en la carretera, no para obligarle a vestirse de Power Ranger para poder circular legalmente. Entre el chaleco reflectante y el casco, ¿cuánta gente se lo va a pensar dos veces antes de coger la bici?
Diversos estudios muestran que en ciudad, debido a las velocidades que alcanzan las bicicletas, el casco no implica una drástica mejora de la seguridad como en el caso de las motos. Sí que genera, en cambio, una disminución drástica del número de pedaleantes como muestra la desastrosa experiencia australiana, donde se obligó su uso.
Esta medida no sólo es impopular, sino también ridícula, ineficaz, y probablemente dañará la propia causa que pretende proteger. La simple realidad es que la solución son más bicis, no más cascos: cuantas más bicis circulan a diario por una ciudad, mejor para todos. Mejor para los ciclistas, ya que el aumento en número y por tanto en visibilidad es la mejor garantía para su seguridad; mejor para la ciudad, porque el tráfico se reduce considerablemente; y mejor para el planeta, porque de un plumazo se reducen las emisiones a cero. Desde luego a la ciudad de Madrid le vendrían bien unos cuantos ciclistas más por sus calles para reducir la famosa boina de contaminación.
Desgraciadamente, si nos fijamos en la experiencia pasada de otros, esta medida conseguirá todo lo contrario:
Ninguno de los países centroeuropeos, con más experiencia en bici, ha legislado en esta dirección; de hecho en el mundo solo un par de países obligan al uso del casco en ciudad. Si se llega a aprobar, habrá menos bicis en las ciudades. Y eso, además de nefasto para la movilidad, sí que aumentará la siniestralidad ciclista. Europa para unas cosas, política irreflexiva para otras.
Una vez más, nuestra clase política se cubre de gloria. En su línea. Esto es España, donde nos encanta presumir de ser los más listos y los que más sabemos de todo, cuando en realidad no tenemos ni puta idea de nada. Y así nos va.
Aún no es tarde para darle la vuelta a esto, pero la cosa no pinta bien. Si queréis ayudar, podéis firmar esta petición: #NOalCascoObligatorioConBici.